Drones que ayudan al hombre en sus cultivos de viñedos

Tradicionalmente ha sido el hombre quien se ha encargado personalmente del cuidado y la inspección de los viñedos, examinando palmo a palmo los diferentes estados dentro de una misma parcela, e incluso en la misma vid. Pero en pocos años, los drones se han convertido en una importante herramienta de trabajo muy eficaz para la agricultura ecológica en general, y para la viticultura en particular.

 

Hoy en día los drones profesionales permiten un seguimiento continuado de las viñas, proporcionándonos muchísima más información y en tiempo real.

 

Al estar equipados con sistemas de localización GPS y tecnología termográfica e infrarroja, se puede conocer al detalle las condiciones y la calidad del suelo; los niveles de fertilizante y de hidratación; la variación de temperatura de la planta; e incluso, la dirección y la fuerza del viento.

Pero además las aeronaves no tripuladas (RPAS, en inglés) son muy útiles para labores de fumigación, exterminio de plagas, y detección de cualquier tipo de amenaza. Con esta funcionalidad, el propietario de los terrenos consigue optimizar sus procesos, reducir costes, aumentar la producción, e incrementar la rentabilidad de sus viñas. Simplemente con la teledetección temprana de zonas con algún tipo de problema, y con la rápida fumigación localizada de productos fitosanitarios, hemos conseguido notables mejoras.

Claro que los vuelos han de realizarse en determinados momentos, en función de la maduración de la uva, según los expertos. De esta manera, se consigue el nivel adecuado de vigorosidad de la planta, empezando por la poda, y durante todo el proceso de maduración para ver su evolución.

 

Los proyectos con drones suelen cubrir al menos tres momentos cruciales para el cultivo de la vid: el cuajado de la planta, el enervo de las ramas y la maduración de la uva.

 

Se trata de suministrar fotos infrarrojas tratadas con programas informáticos que dibujan el mapa del vigor de las uvas y de sus hojas. En ese momento, podemos ver los niveles de clorofila o el estrés hídrico de la planta. Junto a los datos facilitados por los sensores instalados a pie de cepa, nos darán una serie de variables que serán determinantes para conocer el estado de cada hoja, la calidad potencial del vino, e incluso su producción. Aspecto éste último muy importante, especialmente cuando hablamos de sobreproducción. Una predicción temprana del rendimiento permite reducir la carga de los racimos, y por tanto conseguir mejores precios.

Por citar algunos ejemplos de bodegas españolas que han apostado por esta tecnología inteligente, podemos mencionar a Viñas del Vero como la primera en utilizar drones para la vendimia de 2014. También el caso de Bodegas Emilio Moro es llamativo por la aplicación de esta tecnología a través de una red de sensores, inteligencia artificial, big data y drones.

En éstos y en otros muchos ejemplos, los drones no han venido para eliminar la mano del hombre, muy al contrario. Se trata de añadir valor a la sabiduría humana con información y datos que ayudan a tomar decisiones más certeras y en menor tiempo.

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